Quiero referirme a las cosas que me han pasado, por encima indiferentes, como un cielo de cosas.
Esta estafa del querer, no al prójimo, sino a las cosas que nos suceden, nos abandonan y retornan a su estado de cosas.
Como un invierno que todo otorga, desde el más allá, trayendo el cristal en su boca: un aliento que corta el aliento que corta…
¡He perdido el laberinto de la sangre por un enjambre de cosas!