Desperté en medio del bar. Los reflectores que intervenían en la piel de los instrumentos volcados sobre la
oscura y húmeda noche habìan cruzado el horizonte.
Es común que sin hermanos, sin gente que a la distancia acaso tienda un brazo, alcanzarè a tocar un fantasma
de agua, principie el llanto en los espectadores.
Porque asì ha sido diseñado el àgora. El caos proveniente de otras ciudades a ser un nuevo canto, a hablar
con las deidades, a aplaudir a los fracasos, a tantos soles y a sus ocasos.