Es un oficio el perder.
El encontrarse indistintamente anclado a la emoción de partir.
Ver crecer el olvido, como el tropel de un río, las piedras rodantes y la sed.
Es decir, (un performance) es el cuerpo del deseo.
Es dar ánima a la expresión de todos los sentidos depuestos.
Vaciar el cuerpo, vaciar la mirada, vaciar el espacio sin referentes, ergo la acción se escancia.
Esto imita a la generación.
Las generaciones como el largo de un cabello: esta idea de decir.
Deviene acomodo de las cosas, de los elementos inertes, queriendo hacer de toda imagen una vibración total, entonces cada cosa resplandece ya sin forma, entre el sonido y la luz de otras.
Cómo una acción tan simple revoluciona a las demás. Las arrastra a conversar/contemplar.
Contemplábamos entonces el último té.