2.10.07

Camino

Camino a Santiago me detengo a refugiarme bajo la sombra de un árbol, del inclemente Sol.

Compongo mi íntima poesía.

Estos, mis niños, serán vertidos en un nuevo crisol.
La amarga leche que aún expenden pronto será ya licor
Y las altas escalas de sus voces que apagan y prenden correrán sin denuedo los parajes.

No percibí al extraño que…

-¡EA! Señor, qué oscuras vicisitudes cosecha su aliento.

-Ninguna. (Contesto)

-Entonces hágame el favor de perderse en el viento.
Que en estos lugares no toleramos nubarrones
ni perdemos el tiempo,
desconocemos el eco
y sí miramos los soles atentamente para entenderlos.

-¡Qué bien! Os felicito. Hermosa patria la suya…

-Gracias, gentil hombre pero no está en su derecho.


Desconsolado por la arrogancia de los seres acerco.


-¡Bueno!, antes de convertirme en imagen, pregunto a mi tiempo:
Como habrá de ser la despedida.
Con qué mano tendida.
Con qué mano empuñada.
Cuáles fueron los motivos de tan violentos movimientos.
Antes, perro, ¿la libertad de expresión?