13.11.07

Fin de fiesta

Adiós, adiós, me voy.

Dejo para ustedes la tertulia

y la cantina, la negra modelo

y la modelo negra que nunca vino:

sus largas piernas, sus pezones

de fresa. Les dejo su sombra

entre los vasos y el brillo

de sus rizos. Yo los tuve entre los dedos

como hebras de luz mortecina

cuando la madrugada abría las piernas, sangraba

el sol sobre la acera.

A ella, la más pura, le dejo

esa noche en el Centro, las

piernas de los hombres, la rockola

y el amargo terciopelo del asiento.

Le debo sí, cincuenta pesos

y un amanecer límpido

por donde resbalaron los amigos

como piedras.

A ti, mi sombra, mía en la pierna

del mundo te dejé sembrada (cómo te amé

despavorida, ida

de mí),

a ti, querida, te dejo en el hotel de paso

esa torre de Babel de los sentidos,

en el bidé, entre el cloro y el vómito,

en su gloriosa fuente de la vida.


María Rivera
Una gran poetisa. ("Hay batallas". Premio Nacional de Poesía 2005)